Una reciente encuesta internacional, que también se realizó en nuestro país, determinó que sólo el 2% de las chilenas está contenta con su apariencia física, una de cada cuatro dice estar gorda y un alto porcentaje ha pensando hacerse una cirugía estética, entre ellas las adolescentes.
El 70% de las chilenas declara que la publicidad y los medios de comunicación han impuesto un modelo de belleza imposible de alcanzar.
Las consecuencias de este fenómeno son, entre otras, un aumento creciente de los cuadros ansiosos, un alto consumo de ansiolíticos; mayor cantidad de cuadros de depresión; un aumento de los casos de bulimia y anorexia y crecientes adicciones, no sólo al alcohol .
A las mujeres de hoy, junto con la responsabilidad de procrear, se le exige ser extremadamente delgadas. Ambos aspectos se contraponen, si se toma en cuenta que para tener buenos partos se requiere de caderas anchas y algo de grasa .
Sería interesante un debate sobre el rol de las comunicaciones en este tema. Qué o quiénes han determinado los actuales cánones de belleza y cuán válidos son éstos.
Muchas personas nunca se han detenido a pensar qué intereses se mueven detrás de la obligación que tiene la mujer en esta sociedad de mujer ser flaca, abandonando sus formas naturales que, normalmente, son las que más atraen a los hombres.
El espacio televisivo que tantas veces se dedica a programas que no aportan mucho a la comunidad, podría incluir temas como éste, que afectan a la sociedad entera. La anorexia y la bulimia constituyen un problema de salud pública cada vez más presente en Chile.
Las exigencias que se ponen hoy para considerar a una mujer bella no son de siempre. En la antigüedad y Edad Media los patrones de belleza ni siquiera se vinculaban al sexo femenino y por lo tanto, tampoco constituian una exigencia para ellas. Esto ocurre recién en el Renacimiento, cuando pasaron a ser “un objeto decorativo”. Y, en todo caso no hay que olvidar que antes: “la gordura era parte de la hermosura”.
Sería conveniente conversar como sociedad, cuáles son las razones de promover una imagen femenina de flacura extrema, como la actual. Es posible que al menos tomemos conciencia del problema y no hagamos el juego a quienes se benefician con la cultura de los productos “light” y otras modas del momento.
Sólo así evitaremos los peligros de tener una belleza predeterminada por los medios de comunicación en vez de la real, que nace en sí misma.
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