Los medios de comunicación para financiar sus productos se valen, principalmente, de la publicidad. Por esta razón, permanecen divididos entre su misión social de informar y los intereses de sus clientes, a quienes no pueden descuidar si desean continuar subsistiendo. Esto hace que muchas veces los editores, que eligen los temas que se van a tratar y lo que se va a decir o callar sobre éstos, sean presionados por las gerencias comerciales de sus empresas. Se trata de lograr que destaquen aquello que directa o indirectamente favorece el consumo de los productos que ofrecen los avisadores del medio informativo, sean o no beneficiosos para los receptores de la información.
En la misma medida que los editores ceden a esta presión y hacen prevalecer los intereses de sus clientes por sobre los de sus lectores o teleauditores, la sociedad entera puede ser conducida a consumir aquello que no la beneficia y más bien le daña. Un ejemplo son los artículos que promueven la compra de elementos nocivos como el cigarro, la comida chatarra o alimentos que tienen productos químicos cancerígenos.
El tratamiento que se da en los medios de comunicación a la nutrición humana, por ejemplo, puede ser muy variado. Cuando se enfoca el tema pensando en el lector o teleauditor, se habla de alimentación equilibrada y de consultar a un especialista, antes de iniciar dietas para adelgazar o incluir medicamentos que tienen este objetivo. Si en cambio el editor hace prevalecer el interés de las empresas avisadoras por sobre el de su público, puede promover, por ejemplo, el uso tratamientos reductores con productos específicos que, “por simple coincidencia” forman parte de su avisaje habitual .
El lector, auditor o teleauditor no puede modificar esta realidad interna de los medios de comunicación pero sí, estar alerta y distinguir la información que sirve sus intereses y aquella que le puede hacer daño. Para ello debe actuar como un consumidor responsable, lo que implica informarse en fuentes variadas, directas, confiables y lo más objetivas posibles. De esta manera, tendrá a mano los elementos para distinguir entre lo que los medios de comunicación le entregan como una información valiosa y aquello que constituye sólo una forma de venta de productos o ideas determinadas.
Una posición más crítica frente a la información impedirá que su actuación sea la de un títere, movido por hilos que otros manejan de acuerdo a lo que desean venderle o hacerle creer.
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