Muchas generaciones de chilenos fueron educadas en la cultura del ahorro que se iniciaba con la apertura, al nacer, de una libreta del Banco del Estado, sucesor de la Caja de Ahorros. Así se enseñaba a los niños, apenas crecían un poco, que debían depositar los pesos que reunían en su alcancía: un chanchito de greda o un buzón con llave, que sólo se abría cuando estaba repleto de monedas. La cultura del ahorro y el pago oportuno de las cuentas era motivo de orgullo para los nacidos en este país y constituía un signo de honestidad.
Al contrario de lo que antes ocurría hoy ,por intereses comerciales de algunas empresas, personas que no son de su familia incentivan en los jóvenes el endeudamiento, mediante la apertura de tarjetas de crédito, antes que siquiera tengan los ingresos suficientes para pagar sus mensualidades. Se forma así una cultura de la deuda y de la irresponsabilidad, ya que lo que ellos gastan deben pagarlo sus padres, por temor a que se manchen los antecedentes comerciales de sus ingenuos hijos.