viernes, 19 de mayo de 2006

Redes de apoyo para críar a los niños

En un periódico de alta circulación, uno de los editorialistas y ex candidato a la Presidencia de la República, invita a discutir un tema interesante en relación con la iniciativa del Gobierno de crear redes de apoyo para que las familias que necesitan dejar a sus niños mientras trabajan. Al plantear el problema surgen en él varias dudas que merecen un análisis.

Bajo el título ¿Más Estado o más familia? dice entre otros: ¿No sería mucho mejor que el dinero que se usará para crear salas cunas, se destinara a subsidiar a las mamás que quieran cuidar a sus propios hijos? ¿O que las mamás elijan dejar sus niños con abuelas u otras instituciones privadas que reciban un subsidio estatal? ¿Dónde va a estar más resguardada la calidad de vida familiar, el cariño, el afecto y por consiguiente la formación de destrezas y su propia educación en la casa o en el jardín infantil? Y termina diciendo que entre el Estado y la familia el propone más familia.

Frente a estas dudas la primera reflexión, a mi juicio, debería ser: ¿ corresponde sólo a la madre quedarse en casa y cuidar a los hijos? ¿Qué pasa con la responsabilidad de los hombres en este tema? ¿Pueden simplemente lavarse las manos como Pilatos y eludirla? ¿Qué tienen que ver las abuelas en este cuento? Ellas ya criaron a sus hijos y entregaron una cuota enorme de energías y sacrificios ¿No merecen acaso un descanso o la posiblidad de realizarse, por fín, más allá de lo doméstico?

Estas preguntas que pocos se hacen, establecen una vital diferencia que pone a la mujer en condiciones muy desventajosas. La madre o la abuela deben, según muchos, permanecer al interior del hogar, haciendo una labor invisible, poco reconocida y sin remuneración, que las hace perpetuar su pobreza. En su casa es difícil que continúen su educación o practiquen su profesión u oficio, salvo raras excepciones. Además, sin ingresos propios, dependen absolutamente de sus parejas o de terceros y deben someterse a todo lo que éstos quieren, incluso a la violencia física.

Si el dinero que se destina a crear salas cunas se entrega a las madres tendrían que pagarles un sueldo similar al que ellas pueden ganar trabajando fuera del hogar. Así y todo ¿Cómo las ayudarían después de unos años a ubicarse en un trabajo de mercado ? ¿Cómo se mantendrían vigentes en su profesión u oficio, en una época en que los cambios son tan rápidos? ¿ Por qué no le piden a los hombres que dejen de trabajar fuera de casa y asuman en su integridad los quehaceres domésticos y el cuidado de sus hijos?

Las mujeres tienen a veces que aportar dinero al hogar y, además, cumplir muchos otros deberes. Su cansancio ¿es el mejor estado emocional para cuidar día y noche a los niños? ¿ No merecen acaso un rato de tregua que les permita recuperar sus energías? Cuando se trata de madres con muy poca educación
¿ pueden ellas estimular mejor el aprendizaje de los niños que las educadoras que estudiaron para eso?

Es fácil para un hombre hablar de los deberes femeninos dentro de la familia y de las ventajas que representa para los niños que la mujer se quede en casa. Más fácil aún es decirlo, cuando además de la esposa, tiene una nana y puede pagar los servicios de un buen jardín infantil si lo requiere. Así cualquiera habla de lo positivo que es tener una familia numerosa y de lo poco que debe intervenir el Estado en su cuidado. También, de lo ideal que es para los hijos que los cuide su madre mientras el padre desarrolla sus talentos trabajando en lo que le gusta, obtiene una remuneración por su esfuerzo lo que le confiere un enorme poder en casa y, si llega temprano al hogar, puede ver el fútbol o leer el diario, antes que las mujeres le sirvan la comida.

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